viernes, 18 de abril de 2014

Algunos dicen que amar esta de más, otros que se ama por pura necesidad o para no sentirnos solos en la oscuridad, otros que se ama para conseguir la felicidad, cuando ésta en realidad, sólo está en nosotros mismos. La mayoría dicen, hablan y señalan, pero no saben que la palabra amar es como una puñalada, es sentir esa punzada cada vez que el tiempo de su lado se te acaba. El día a día del que ama es un sin fin de emociones buenas y malas. Como una serie de balas que intentan llegar a tu corazón, que le arañan alrededor pero que no consiguen derrotar ese pequeño caparazón. Es como un laberinto, donde hay una entrada y tú decides si encontrar la salida o perderte por él y no encontrarte durante el resto de tu vida. Como bien dicen, amar es parecido al mar, se ve el principio pero casi nunca el final. Tambien es jugar un ajedrez, donde uno suele ganar y el otro perder. Para mí amar es esperar un tren donde la espera se hace larga, pero siempre merece la pena. ¿Que porqué merece la pena? Porque no hay mejor abismo que el de caer entre sus brazos sin miedo a que te pase algo, porque no hay otro infierno como el que te provoca cada beso que se convierte en eterno, porque no hay ningún café que te logre despertar mejor que él, porque no hay inigualable lugar, que el de su mirada para visitar y perderte sin más, porque no hay palabras como las suyas que consigan sanar lo incurable y cicatrizar lo imposible.