sábado, 19 de octubre de 2013

Te duele ese momento, en el que las miradas de ambos se cruzan y saben que no se verán en un tiempo. Te duele darte ese último beso que recordarás hasta el próximo encuentro. Te duele soltar su mano y saber que no la podrás agarrar otro poco más. Te duele no
poder hablar, porque crees que es mejor callar y no dejar a todas esas palabras escapar. Te duele saber que no tiene sentido decirle “Por favor no te alejes de mí otra vez más” porque no se puede hacer realidad. Tener el corazón en un puño y la respiración a descompás. Perder la noción del tiempo, cuando con él estás. Sentir esa rabia, porque se te escapa una hora tras otra y no poder hacer absolutamente nada, que lo pueda remediar. Pero…porqué no admitir, que lo que realmente más te duele, es no poder recortar la distancia que hay entre los dos y convertirla en milímetros. Entonces es cuando piensas...Andrea, deja de soñar...

Y te veo en todos lados (lo cual es absurdo). Y cada palabra de ficción que leo me recuerda a tu persona (eso tiene mucho sentido). Y a veces en otras personas reconozco formas o gestos o costumbres que son muy tuyos (eso es bastante difícil e improbable).Odio haber cortado mis alas negras de esta forma y haberme permitido caer al vacío. Un vacío que atrae pero... ¿cómo puede hacerlo si no hay nada que ejerza esa gravedad, nada que pueda provocar esa fuerza? Justamente de eso se trata el vacío. La nada misma porque luchar contra el viento que nos separa es imposible. (Otra semejanza mía con el viento, porque yo también trataría de separarnos si tuviese la fuerza para hacerlo).